
¿Qué tengo que hacer para que me hijo me obedezca? ¿Cómo lo hago para que mi hijo me haga caso? ¿Por qué mi hijo no me escucha? Para tu tranquilidad, lo primero que te voy a decir es que estas preguntas se las hacen todas las madres y los padres a diario, así que respira no estás solo/a. En el artículo de hoy te voy a dar diferentes estrategias y herramientas para que tu hijo o tu hija coopere y colabore y no tengas que repetir nunca más las cosas mil veces.
Para entender mejor lo que vamos a explicar a continuación, vamos a poner un ejemplo poniéndonos a nosotros en la situación. Imagínate que estás en la oficina trabajando, haciendo algo que es muy importante para ti y de pronto viene tu jefe y te dice: «deja lo que estás haciendo y ponte con esta tarea inmediatamente». Tu seguramente le explicarías que estás haciendo algo muy importante y que te encargarás de esa tarea luego. Pero a tu jefe no le gusta nada tu respuesta y te dice: «¿pero es que no me estás escuchando? Te acabo de decir que te pongas con esta tarea pero ya, deja todo lo que estés haciendo, me da igual lo que sea. Eres muy desobediente. ¿Por qué tengo que repetirte las cosas siempre mil veces?». A no ser que tengas un jefe muy tirano, un comentario así, no lo solemos escuchar entre adultos, o al menos es algo que no deberíamos escuchar. ¿Cómo nos sentiríamos en esta situación? Lo más seguro es que no nos sintiéramos respetados, que sintiéramos que no se nos tiene en cuenta y que no confían en nosotros.
¿Cómo tendría que haberte dicho las cosas tu jefe para que dijeras que sí?
Quizás si te hubiera dicho, «Veo que estás haciendo algo muy importante y me sabe fatal molestarte, pero es que me acaban de mandar esta tarea y necesito urgentemente que esté lista esta mañana. ¿Podrías ponerte ahora con esto y luego seguir con lo otro por favor? Sé que te estoy cambiando tus planes, pero es que lo tenemos que hacer así» Bueno, aquí seguramente ya estaríamos más dispuestos a colaborar, ¿verdad?
Cuando buscamos la obediencia, solemos encontrarnos con resistencia, es una condición humana. Cuando obedecemos lo hacemos porque lo hemos aprendido. Hemos aprendido a obedecer por miedo, por complacer, por presión, para evitar consecuencias desagradables o castigos.
Entonces, ¿cómo lo hago para que mi hijo coopere y colabore?
Normalmente cuando buscamos la colaboración de los niños es porque hay un límite que no están cumpliendo, y hacen repetidamente algo que les hemos pedido que no hagan, o porque hay una transición de una actividad en la que están disfrutando a otra que no les gusta tanto.
Vamos a empezar explicando cómo podemos hacer que los niños colaboren cuando estamos poniendo un límite.
Lo primero que tenemos que hacer es verles. Los niños necesitan ser vistos, no solo con los ojos, sino de una forma mas profunda, necesitan que seamos capaces de ver sus emociones, sus sentimientos, sus pensamientos, y que empaticemos con ellos. El Dr. Daniel J. Siegel acuña el término «Mindsight» para referirse a este ver más allá de lo físico. Para entender mejor este concepto, vamos a poner un ejemplo. Imagínate que tu hija se ha caído, y en vez de quedarnos en lo físico y decirle “vaya rasguño te has hecho», podríamos ver más allá y decirle: «vaya cariño te has caído, menudo rasguño, te tienes que haber asustado mucho», aquí estamos viendo el dolor físico pero también el emocional. Para que los niños colaboren tienen que saber que están siendo vistos. Que sabemos lo que están haciendo pero también cómo se sienten y cómo se pueden sentir cuando les pidamos algo. Por eso, antes de pedirles que hagan algo, que es una prioridad en nuestro mundo, tenemos que verles desde el respeto y la conexión
Una vez hecho esto, si la situación requiere un límite, lo vamos a poner. Recuerda que tú, como madre o padre, eres el líder de la familia, tu pones las normas (siempre desde el respeto) y tu principal trabajo es mantener a tus hijos fuera de peligro y asegurarte de que estén a salvo.
Lo que haremos después de haber puesto el límite es darle la posibilidad de elegir. Dale a escoger entre dos cosas que tú hayas aprobado previamente, pero que a la vez le de el control a tu hijo. A todos nos gusta tener el control de lo que sucede en nuestras vidas y de lo que hacemos. Por eso, los niños perciben este control que les estamos dando en contraposición a sentirse controlados, y es una forma fantástica de que colaboren.
Vamos a ver todo lo que hemos comentado en un EJEMPLO:
Imagínate que tu hija está jugando a lanzar una pelota en medio del salón, y lanzar cosas dentro de casa no está permitido en vuestra familia. En vez de decirle:
«Deja de jugar con la pelota, vas a romper algo».
«Te he dicho mil veces que no se juega con la pelota dentro de casa».
«Si no dejas de tirar la pelota te quedas sin dibujos una semana».
Vamos a intentar:
Verles (física y emocionalmente).
Poner un límite claro.
Darles el control dejándoles elegir.
Podríamos decirle:
«Veo que te lo estás pasando muy bien jugando con la pelota, sé que es muy divertido lanzarla y verla caer y rebotar. Dentro de casa no jugamos con la pelota. ¿Quieres jugar con los coches o quieres ir al jardín a jugar con la pelota?»
En este ejemplo hemos visto a nuestra hija y hemos conectado con ella desde el respeto y el entendimiento. Le hemos puesto el límite de una forma clara y le hemos dado el control dejándole elegir entre dos opciones aprobadas por nosotros previamente. Ahora, tenemos una probabilidad mucho mayor de que coopere y deje de jugar con la pelota dentro de casa.
Por lo tanto, los elementos que favorecen la cooperación son:
El respeto.
Ser vistos.
La conexión.
Poner límites de una forma clara.
Darles el control dejándoles elegir entre dos opciones previamente aprobadas por nosotro
Aún así, como hemos comentado al principio, hay momentos en los que nuestras demandas no necesitan de límites sino que son demandas que ocasionan una transición. Por ejemplo, cuando les pedimos que apaguen la televisión para ponerse el pijama o cuando les pedimos que dejen de jugar para vestirse y salir de casa. En estas ocasiones, los niños tienen que dejar de hacer algo que les divierte o con lo que se lo están pasando bien para realizar aquello que les estamos pidiendo. En estas ocasiones lo que funciona muy bien es la preparación. Vamos a realizar exactamente lo mismo que hemos comentado anteriormente, pero en vez de ponerles el límite, vamos a prepararles para lo que vendrá a continuación con suficiente antelación.
Vamos a intentar:
Verles (física y emocionalmente).
Prepararles con antelación.
Darles el control dejándoles elegir.
Vamos a verlo con un ejemplo:
Imagínate que tu hijo está jugando con sus bloques y tiene que vestirse para ir a casa de algún familiar.
En vez de decirle:
«Venga, a vestir en seguida, que nos vamos a casa de los abuelos».
«Recoge los bloques inmediatamente y vístete que nos vamos, venga».
Podríamos decirle:
«Veo que estás jugando con los bloques y estoy segura de que te lo estás pasando muy bien. En 5 minutos tenemos que vestirnos para ir a casa de los abuelos. Vamos a poner una alarma en 5 minutos, ¿quieres darle tú al botón de empezar?»
Una vez hayan pasado los 5 minutos puedes dejar que sea él quien apague la alarma, y es entonces cuando le puedes dar dos opciones a elegir:
«¿Quieres ponerte la camiseta azul o la roja con rayas hoy?»
También puedes añadir un poco de diversión y humor y decirle:
«¿Quieres que salte a la pata coja mientras te vistes o que de vueltas hasta acabar mareada?»
Añadir un poco de diversion y juego permite crear una situación distendida y de conexión que favorece mucho la cooperación. Es mucho más probable que coopere cuando se siente a gusto en la situación.
Truco extra:
Tápate los ojos y deja que él se vista, se ponga los zapatos, apague la tele, etc. Cuando nos cubrirnos los ojos les estamos dando espacio y tiempo. Además, les damos control e independencia. Les estamos diciendo confío en ti, confío en que vas a poder resolver esto, les estamos dando espacio para que no se sientan presionados. Aquí, podemos añadir también ese elemento de diversion para crear una situación relajada y de conexión.
Por ejemplo, podríamos decirle esto:
«Cariño, es hora de ponernos la chaqueta. Me voy a tapar los ojos, y si cuando me los destape tienes la chaqueta puesta, no se que voy a hacer, quizás tendré que saltar a la pata coja o dar vueltas, o bailar».
Poniendo en práctica todas estas herramientas, vas a tener una probabilidad mucho mayor de que tu hijo o tu hija colaboren y cooperen y no tengas que repetir las cosas mil veces. Recuerda lo que hemos comentado al principio, los niños sí que nos están escuchando, pero no quieren colaborar. Y fíjate que no hemos hablando en ningún momento de obediencia sino de cooperación y colaboración, y es que, como escribí en el artículo, «Los peligros de los niños obedientes», la obediencia es muy peligrosa. Para conseguir la cooperación y colaboración de nuestros hijos vamos a intentar:
Verles (física y emocionalmente).
Poner un límite claro o prepararles con antelación.
Darles el control dejándoles elegir.
Todo esto con respeto y conexión, y si quieres, ¡con un poco de diversión y juego también! Ya verás cómo ahora tus hijos van a estar más dispuestos a cooperar y colaborar, y no vas a tener que repetir las cosas hasta la saciedad.
Aquí te dejo un video con un resumen: