
La obediencia puede ser muy peligrosa para lo niños. Muchas madres y padres me suelen decir, «¿Qué hago? Mi hijo no obedece», «Mi hijo es un desobediente, nunca escucha», «Mi hija no me hace caso y no me obedece», «Le tengo que repetir las cosas mil veces a mi hijo para que obedezca». Y lo primero que les explico, antes de darles ninguna herramienta o estrategia, es lo mala y peligrosa que es la obediencia y los peligros de los niños obedientes.
Pero, ¿por qué la obediencia es peligrosa?
Cuando pensamos en el niño o la niña más bueno del mundo o el que mejor se porta, seguramente nos venga a la cabeza un niño que obedece a la primera y que hace todo lo que le pedimos sin rechistar. Pero esta asociación de buen comportamiento con obediencia es totalmente errónea y peligrosa. Los hemos categorizado como buenos por el simple hecho de que a los adultos nos hacen la vida mucho más fácil, nos ahorran energía, tiempo y enfados. Pero, ¿de verdad queremos que nuestros hijos e hijas obedezcan sin protestar?, ¿sabemos lo que esto significa en realidad?, ¿somos consciente de los peligros que supone una obediencia ciega?
Cuando pensamos en las cualidades que queremos para nuestros hijos seguramente pensemos en personas seguras de sí mismas, con criterio propio, asertivas, tolerantes, empáticas, respetuosas, amables, creativas, resolutivas y con una alta inteligencia emocional. Estas podrían ser algunas de las características que nos gustaría que nuestros hijos desarrollaran, pero ¿qué pasa cuando de pequeños les enseñamos a ser obedientes?
En realidad les estamos transmitiendo el mensaje de que tienen que seguir las ordenes de los demás sin cuestionarse nada, sin pensar en las consecuencias que puede acarrear para ellos, o incluso si está bien o mal hacer lo que les están pidiendo. Además, no aprende a poner límites cuando hay una situación que les incomoda o en la que no se sienten a gusto y aprenden a realizar cosas que no quieren para complacer a los demás. Cuando les enseñamos a ser obedientes, no les estamos educando para que aprendan a pensar por ellos mismos, a que tengan un criterio propio, a confiar en ellos mismos o en su intuición, ni tampoco a poner límites.
Los niños obedientes se convierten en adultos obedientes. Y esto quiere decir que existe una mayor probabilidad de que no sepan defenderse cuando se encuentren delante de situaciones desafiantes y donde se puedan aprovechar de ellos. Estos adultos, es muy probable también, que realicen acciones sin asumir su responsabilidad por el simple hecho de estar acatando ordenes.
¿Ves ahora lo peligrosa que es la obediencia?
Ninguna madre ni ningún padre sabe realmente a lo que se van tener que enfrentar sus hijos, pero lo que si que está en nuestras manos es darles todas las herramientas posibles para que se conviertan en adultos capaces de poner límites, defenderse pos sí mismos, comunicar sus necesidades e intereses, tomar sus propias decisiones sin dejarse arrastrar por terceros y negarse a realizar ciertas cosas que no quieren.
La infancia es la preparación para el futuro
La infancia es el momento ideal para practicar situaciones futuras del mundo real y poder desenvolverse mejor en la vida cuando sean adultos. Deben probar, investigar, explorar y poco a poco ir aprendiendo y adquiriendo habilidades. Un niño sumiso en un hogar autoritario no tiene las posibilidades de practicar, ya que solo sabe obedecer y esto le puede traer muchos problemas en su futuro. Por ello, les tenemos que dar oportunidades para que negocien, debatan, nos lleven la contraria, expongan su pensamiento, sus intereses y necesidades. Oportunidades de hablar para llegar a acuerdos que beneficien a ambas partes.
Aún así, hay otros momentos en los que necesitamos que los niños cooperen o colaboren (muy diferente a que obedezcan), y para conseguir esa colaboración existen algunas herramientas que puedes usar. Te lo cuento todo en este artículo: «¿Por qué mi hijo no me hace caso y qué puedo hacer?»